Anteriormente conocida por el seudónimo de Renata Gill, la artista nació en Casablanca (Marruecos).
Su obra, esencialmente figurativa, se caracteriza por su sentido de la estética, donde la pureza y sofisticación de las formas emanan fuerza y poder.
Algunas de las esculturas también expresan desapego, sabiduría y serenidad interior.
Otros, más abstractos o ásperos, reflejan un cuestionamiento filosófico interior, sobre la vanidad de la existencia, o la búsqueda existencial, su efimeridad, o incluso la inquietante extrañeza de la realidad.
El proceso creativo brota de lo más íntimo de su ser a través de la representación figurativa de la obra a realizar, hasta su forma acabada en un solo trazo.
«La cuestión de la identidad está en el centro de la obra de Renata, en los límites cambiantes entre lo real y lo imaginario.