«A la pálida luz de lánguidas lámparas,
Sobre profundos cojines impregnados de aroma
Hippolyte soñaba con las poderosas caricias
Levantando la cortina de su candor juvenil;
Mis besos son tan ligeros como estas efemérides
Acariciando estos grandes lagos transparentes al atardecer,
Y los de tu amante cavarán sus surcos
Como carros o rejas de arado desgarradoras…».
«Revelado, aunque tenuemente, por las vacilantes lámparas,
Hipólita descansaba en un mullido y perfumado diván
reviviendo aquellas caricias que habían levantado
las cortinas de su inexperiencia.
Con los ojos desorbitados tras la tormenta, conjuró
cielos ya lejanos de inocencia,
al igual que un viajero podría volver a vislumbrar
horizontes azules que se pierden con la luz de la mañana».
(Baudelaire – Mujeres condenadas)
août 24, 2015